Y cuando empiezan a flaquear las fuerzas, porque hay que estar al pie del cañón con los tuyos, porque hueles cerca a este "bicho", porque cada día estás más triste por si la tita de la residencia ya no está y no tienes noticias, porque no sabes cómo lo vas a hacer si eres de campo, no te gustan demasiado las tecnologías, y tienes que volver al trabajo faltándote lo primordial: LOS NIÑ@S, mi "material de trabajo".
¿Cómo enseñar? Si no tienes delante de ti los ojos que aprenden.
¿Cómo contar historias? Si no tienes delante de ti los oídos que escuchan.
¿Cómo idear juegos para conocer las ciencias exactas? Si no tienes delante de ti un cerebro pensante, un cuerpo que experimenta, unos sentidos que atienden y absorben tus propuestas.
Y de repente un día, suena un WhatsApp, lo miras y como por arte de magia te vuelves de color amarillo -como el Monstruo de Colores-; alguien en representación de otros tant@s ha pensado en ti... sin razones, no soy sanitaria, ni policía, no estoy en edad de riesgo, ni necesito echarme a la calle para trabajar estos días tan angustiosos. Pero unas personas se han acordado de mí, han dedicado un tiempo de su vida a pensar en mi estado de ánimo, en mis inquietudes y lo más importante HAN PENSADO QUÉ PODRÍA HACERME FELIZ.
GRACIAS papas y mamas por hacerme este regalo, por regalarme esos ojos, oídos, cerebros y cuerpecitos con los que puedo trabajar todos los días, por recordarles que estoy ahí, esperando a que todo vuelva a ser como antes (pero con las enseñanzas de lo ocurrido), y sobre todo GRACIAS por dejarme disfrutar de ell@s.
Aquí les dejo este regalo, es insignificante en comparación a lo que ell@s han hecho con unos momentos de baile. Pero son fotos que estos días estoy mirando mucho, pues nos lo pasamos GENIAL.
¡¡¡FELIZ CONFINAMIENTO!!!
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